
Si tratara a la mujer que amo
con la delicadeza con la que trato al poema,
ningún amante en el mundo tendría
el valor para dedicar mis palabras.
Si todas las musas a las que me remito
despertaran de la tierra para leerme,
asegurarían con toda razón que ni siquiera yo tengo
el valor para dedicar mis palabras.
Si todos mis tatuajes se arrancaran
(con la facilidad propia de mi verborragia)
para construir enajenadamente un único poema,
lo utilizaría como metáfora de que la tinta sí tiene
el valor para dedicar palabras que tan mías no eran.
Poema por Mora Ferreyra
Foto por Margth Ávila